No juzguemos a los demás

Nosotros estamos tan acostumbrados a ver siempre lo malo que hacen los demás y a querer condenarlos por todo el daño que han provocado, sin embargo, no nos damos cuenta que nosotros también cometemos errores, tal vez no de la misma clase, pero igualmente merecemos ser juzgados, y entonces eso ya no nos gusta. ¡Algunas veces hasta pretendemos juzgar a Dios! Solo porque las cosas no salen como queremos o porque nos quitó a alguien especial, pero la culpa no la tiene Él, la tenemos nosotros.

En esta y varias partes de la biblia nos manda a no juzgar a los demás porque ciertamente nadie está libre de pecado, solamente Dios nos puede juzgar porque en Él no existe pecado alguno.

Necesitamos aprender a obedecer a Dios, a hacer su voluntad, sobre todo amarlo a Él y a nuestros semejantes, porque dice su palabra que el amor cubrirá multitud de pecados.

¿Cómo así?

Si nos amaramos como Dios manda no habría maldad porque todos buscaríamos el bien de los otros, pero al contrario, solo queremos que nos beneficie a nosotros mismos.

Estos días hemos visto cómo está la situación con las guerras, y es por eso mismo, porque no hay amor entre nosotros, es triste ver cómo nos destruimos entre todos, solo para favorecernos.

Por eso como hijos de Dios debemos hacer algo para remediarlo, ser luz en medio de la oscuridad, que los demás sepan que aún hay esperanza.

Aprendamos a amar a los demás, a ayudarlos cuando lo necesiten, a llevar alegría a los desamparados, el mundo necesita más amor y menos condenación. Por supuesto hacer esto es difícil, pero con la ayuda de Dios no hay imposibles, así que ánimo, nosotros podemos hacer el cambio.

Cristo viene pronto y debemos estar preparados, ya que sin santidad nadie le verá.